Alguna vez te has puesto a pensar algo como “¡Muy bien! Este mes he tomado excelentes decisiones financieras”, pero al ver tu cuenta te preguntas:

No te preocupes, no eres el único

Definitivamente los humanos, por muy inteligentes que nos creamos, cometemos muchos errores y actuamos de manera irracional. Y, más allá de ser una excusa para ser descuidados con nuestras finanzas, esta idea nos ayuda a entender por qué manejamos nuestro dinero de una u otra forma.

De hecho, ésta es una de las bases de la Economía del Comportamiento, una teoría que llegó la manera desafiar la manera en la que piensan muchos economistas y que nos puede ayudar a tomar mejores decisiones.

 
¿Qué dice esta teoría sobre tus decisiones financieras?

Aunque la teoría económica tradicional asume que las personas somos racionales y tomamos siempre las decisiones que más nos convienen (sacando cálculos y sin tomar en cuenta nuestros sentimientos), la verdad es que los humanos no funcionamos así.

Por ejemplo, sabemos que ahorrar una parte de nuestro salario, comer saludablemente y hacer ejercicio son excelentes hábitos para nosotros. Pero, siendo honestos, ¿cuántos de nosotros hacemos todo eso?

Muchas veces asumimos que basta con recibir consejos o información valiosa para mágicamente cambiar nuestra vida y ojalá fuera así de sencillo. Sin embargo, en la mayoría de casos, no ocurre así.

¿Cuál orden crees que sea más común por Rappi? ¿Una ensalada con agua de Jamaica, pensando en la salud a largo plazo, o una hamburguesa y una malteada de vainilla para satisfacer el antojo inmediato?

Lo más probable es que el razonamiento emocional gane, y lo mismo aplica para las decisiones financieras que tomamos. No importa si tienes un doctorado, una maestría en finanzas o si trabajas en un banco, lo más probable es que no siempre tomes las mejores decisiones financieras.
 
¡Te lo decimos por experiencia!
Conocemos a personas con muchos estudios que terminan con una gran deuda de tarjeta de crédito (como si un maestro en finanzas no supiera que está pésimo pagar intereses de un 80% anual).

Lo que debes saber para tomar mejores decisiones
 


Los Economistas del Comportamiento han descubierto algunos fenómenos que explican por qué cometemos este tipo de errores. A continuación, te presentamos algunos de ellos:

Anclajes mentales

Por lo general, las personas tomamos nuestras decisiones con base en la información que recibimos ¿cierto? Pero ¿cuánta atención le prestamos a esa información?

Escenario 1: Estás a punto de hacer una donación a tu fundación favorita y en un formulario te preguntan cuánto deseas donar, las opciones son:

a) $100, b) $200, c) $300 y d) otra cantidad

Escenario 2: Misma fundación y formulario, pero las opciones en este caso son:

a) $50, b) $100 c) $150 y d) otra cantidad

¿En cuál de los escenarios anteriores crees que las personas donen más dinero? En ambas opciones tienes la posibilidad de donar la cantidad que tú quieras, pero hay una diferencia muy importante. En el primer escenario tu mente fue “anclada” desde un inicio a que pensara en números más grandes y, por consecuencia, donarás más.

En pocas palabras, el anclaje se refiere a que la mayoría de las veces razonamos nuestras decisiones a partir de la primera información que recibimos. Ahora imagínate qué pasa cuando aplicamos esto a una situación de gasto, como la compra de una computadora.
 
El monstruo de la procrastinación

Siempre decimos que en el futuro vamos a ahorrar más, gastar menos y salir de deuda. Pero, ¿por qué posponer para el Año Nuevo lo que podríamos empezar hoy? Pues resulta que las personas somos muy malas planeando para el futuro, ya que estamos más conscientes y conectados con el presente.

Piensa en el ejemplo de Rappi, nos cuesta trabajo comprometernos con cosas que nos traerán grandes recompensas en el futuro, pero nos cuestan trabajo en el presente. Es por eso que preferimos gastarnos todo nuestro dinero hoy, planeamos empezar la dieta hasta el próximo año y dejamos la tarea hasta el último minuto.

La falacia de la mano caliente

Imagínate que estás viendo al basquetbolista Lebrón James en la televisión y no ha fallado ni un solo tiro en toda la noche. Si lleva una buena racha seguramente anotará en su siguiente intento ¿no?

Pues puede ser que sí o puede ser que no. Pero el hecho de que no haya fallado hasta ahora no influye en las posibilidades de que enceste en su próximo intento.

A esto se le llama la falacia de la mano caliente y si te gustan las apuestas, has experimentado este fenómeno de primera mano. Es muy difícil retirar tu dinero cuando “traes suerte” ya que quieres aprovecharla y probablemente terminarás perdiendo más dinero de lo que deberías.

El dolor de pagar

¿Has notado que gastas más dinero con tu tarjeta de crédito? ¿O sabes por qué los casinos utilizan fichas en vez de dinero real? Lo que sucede es que tanto las tarjetas de crédito como las fichas en el casino te causan menos “dolor” al pagar comparado con el efectivo.

Para el cerebro, es menos tangible y, en otras palabras, se da menos cuenta de que estás gastando más de lo que deberías en tu nuevo videojuego.

La ilusión de superioridad

Si alguien te preguntara si crees que eres mejor que el conductor promedio, ¿qué responderías? Lo más seguro es que digas que sí y puede que sea cierto. Sin embargo, si hiciéramos una encuesta, la mayoría diría lo mismo.

¡Todos dicen ser mejores que el promedio! Pero si recuerdas tus clases de matemáticas de 6to de primaria, sabrás que esto no es posible. Es decir, ¿has visto todos los choques que hay?

Lo que pasa es que a menudo tenemos la ilusión de que somos superiores al resto, cuando en realidad no es así.

Por ejemplo, al invertir en el mercado de valores, estás apostando a que eres más inteligente (o tienes más información) que el promedio de los inversionistas. Pero a menos de que seas Warren Buffet, te será muy difícil vencer al promedio.

Por supuesto no se trata de que huyas de las inversiones u otra estrategia para ganar más dinero, sino de que identifiques qué tanto está influyendo este sentimiento de superioridad en tu decisión.
 
¡No te desanimes!

De nuevo, es parte de nuestra naturaleza humana cometer estos errores y eso no tiene nada de malo. Lo que tenemos que hacer es ser conscientes de que no somos perfectos y de que debemos poner en marcha estrategias para evitar cometer este tipo de errores, especialmente cuando se trata de decisiones financieras.

Por ejemplo, podríamos registrar nuestros gastos en un cuaderno para incrementar el dolor de pagar y así gastar menos, o podríamos desarrollar el hábito de destinar una parte de nuestra nómina al ahorro en cuanto la recibamos y así vencer la procrastinación.

Cualquiera que sea la cuestión que tengas que mejorar, te invitamos a experimentar y ver qué es lo que a ti te funciona para que así tomes mejores decisiones financieras y de vida.
 

Fuente de la información:    CONDUCEF

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